LA SOMBRA ¿UN VIAJE TEMIDO O UN SALTO A NUESTRAS POSIBILIDADES?


Muchas veces nos proponemos ciertas cosas, objetivos, planes, metas, pero con el tiempo vemos que aquello que nos importa parece hacerse más lejano y difícil.
Queremos mejorar en nuestro trabajo pero nuestras tendencias parecen llevarnos hacia otro lado. Deseamos sentirnos más plenos y felices, pero nos descubrimos ansiosos y con amargura. Buscamos éxito material y nos encontramos en el mismo punto de partida contando las monedas. Nos decimos, esta vez superaré los problemas con mi pareja, o conseguiré una y sin embargo no logramos el anhelo.
Así, va pasando el tiempo y frente a estas situaciones, es común que nos sintamos frustrados, desanimados, impotentes y hasta algunas veces desistamos echando culpas a nuestros semejantes, al jefe, a la pareja, a nuestros padres, al país, y lo peor, nos culpamos a nosotros mismos, con lo cual cerramos el circulo buscando algún castigo, que muchas veces implica conductas que nos alejan cada vez más de aquello que soñamos, porque ya sabemos, toda culpa busca un castigo.
En esos momentos es cuando surge la posibilidad de interrogarnos sincera y amorosamente: ¿Cómo es que me ocurre lo que ocurre? ¿Para qué sucede? ¿Dónde está la traba que no me permite acceder al logro? Y las preguntas tienen una virtud, nos ayudan a buscar, son las brújulas del navegante de la consciencia, nos enfrentan con lo que no sabemos, o mejor dicho nos abren el espacio para darnos cuenta de lo que no sabemos que sabemos, nos conectan con esa dimensión de nuestro ser que sabe, que está ahí, que late y se expresa pero de la cual nos cuesta anoticiarnos.
Carl Gustav Jung, el genial psiquiatra suizo, pensaba que todo lo que no se hace consciente, se manifiesta en nuestras vidas como destino y así, es probable entonces que aquellas trabas que se interponen entre nuestras aspiraciones y el logro de ellas tenga que ver con lo que desconocemos de nosotros mismos y eso que desconocemos “nos actúa” en transparencia, mueve los hilos de nuestras acciones sin siquiera darnos cuenta que esto ocurre. El Dr. Ronald D. Laing lo expresa del siguiente modo: “El rango de lo que pensamos y hacemos está limitado por aquello de lo que no nos damos cuenta. Y es precisamente el hecho de no darnos cuenta de que no nos damos cuenta, lo que impide que podamos hacer algo para cambiarlo. Hasta no darnos cuenta de que no nos damos cuenta seguirá moldeando nuestro pensamiento y nuestra acción”. A este “otro yo” este espacio donde se acumula el saber no sabido Jung lo llamaba Sombra y lo identificaba a un arquetipo del inconsciente colectivo humano, es decir una instancia, que en tanto humanos compartimos con toda la humanidad, algo similar a lo que Freud podía llamar inconsciente.
El gran viaje comienza entonces por adentrarse en las sombra, muñirse de la luz de nuestra consciencia y con paso decidido y amoroso explorar ese mundo ignoto que somos nosotros mismos. Y la idea tal vez nos asuste porque pensamos, creemos, que en este viaje solo encontraremos zonas reprochables, deseos repudiados, comportamientos infantiles. Y tal vez sea cierto que nos encontremos con heridas para sanar, pero la buena noticia es que ese lugar llamado nuestra sombra es una bodega de potencialidades, de energía vital y de poder, allí encontramos nuestra creatividad, nuestra potencia, nuestros aspectos más singulares y preciosos, la inspiración y respuestas a preguntas que hasta ahora ni siquiera nos animábamos a formularnos.
Es así que transitando estos espacios reprimidos u olvidados de nosotros mismos encontramos las trabas que detenían nuestro desarrollo y nos integramos con aspectos posibilitadores que nos permiten desde una nueva manera de ir siendo en la vida el logro de nuestras potencialidades y aspiraciones.
Gonzalo Grande

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